domingo, 6 de marzo de 2005

El otro lado de Banderas

Ouka Laredo
Rebelión
05/03/05

Las canciones del compositor uruguayo Jorge Drexler las han cantado, entre otros: Ana Belén, Víctor Manuel, Neneh Cherry, Pablo Milanés, Ketama , Miguel Ríos, Ana Torroja, David Broza, Rosario Flores, Lorenzo Jovanotti, Paulinho Moska, Jaime Roos, Adriana Varela y Bajofondo Tango Club. Ahora también las ha cantado zorrito Banderas, destrozando “Al otro lado del río” hasta límites hilarantes.
Dice la prensa que el actor hispano de bandera se quitó la máscara del zorro para evitar que alguien como Enrique Iglesias cantase el tema en el Teatro Kodak de Los Angeles durante la entrega de los Oscar. Todo muy lógico, muy pragmático y un pelo socialdemócrata. Y todos tan amigos.
El galán pudo haberse negado a subir al escenario a hacer añicos la canción. Pudo haberse resistido a la tentación de arrebatarle unos minutos de focos y aplausos al hijo de Julio Iglesias. Pudo haber demostrado que no todos los hispanos emergentes en el mundo del espectáculo estadounidense son de la ralea de Gloria Estefan o Andy García. Pudo haber aprovechado su tirón y su éxito para exigir a la Academia que Drexler cantase su propia balada. Pero no fue así y quiso demostrar que los reyes del mambo también cantan canciones de amor.
Pero si podemos ver a Maradona con el Che tatuado en el brazo o a cualquier ricachón jugando al golf con la camiseta serigrafiada con la imagen del revolucionario como si fuera Miky Mouse, pues también podemos ver a Enrique Iglesias o a zorrito Banderas poniéndole banda sonora al viaje de Ernesto Guevara y Alberto Granado en una destartalada Norton 500 de 1939.
El Che sufre día a día, como todo lo potencialmente peligroso para este sistema, la trivialización descomunal que se produce al saturar el mundo con su imagen muda, carente de contenido y sin un sentido que vaya más allá del puro fetichismo mercantil.
No nos engañemos, a pesar de la noble intención del equipo de la película, con su director Walter Salles a la cabeza, el viaje del Ché hoy ya viene a ser como una suerte de las nuevas peripecias de Tintín en el Amazonas. Lo único urgente es el espectáculo. Cante quien cante.


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