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martes, 15 de julio de 2008

El derecho a conocer la propia lengua

Siguen las reacciones sobre el "Manifiesto por la Lengua Común" y hay algunos artículos que ayudan a situar, desde mi punto de vista, tan delicado debate. Uno de ellos es el suscrito por la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana, la Asociación de Escritores en Lingua Galega y la Euskal Idazleen Elkartea. Otro artículo con el que concuerdo y que propongo su lectura aquí es el del catedrático de Comunicación de la UPV-EHU, Ramón Zallo.
El “Manifiesto por la lengua común” mira las lenguas no desde la cultura y su diversidad sino desde una determinada visión política; y esconde una operación encaminada a provocar una involución en el reconocimiento de la diversidad cultural y lingüística del Estado. El documento subordina e instrumentaliza las lenguas a la construcción política del Estado (“una inquietud estrictamente política”; “una lengua política común”). Ese concepto de Estado es de clara inspiración borbónica y liberal-decimonónica frente al modelo de los Austrias (austracismo) que entendía lenguas y Estados de forma convivencial y no jerárquica. Aquí hay una operación lerrouxista.
No estamos ante una defensa del castellano frente a las nada amenazadoras lenguas minoritarias en el Estado, sino ante un manifiesto que busca fundamentar culturalmente un nacionalismo español reactivo promoviendo un modelo de Estado piramidal. En efecto, no solo propugna que se ratifique de derecho lo que, lamentablemente, ya ocurre de hecho en el Estado Español, “una asimetría entre las lenguas españolas oficiales”, sino también que el castellano pase al estatus de la lengua política propia de todos los españoles y al de preferente en el interior de las Comunidades con lengua propia, bajo la falsa y victimista premisa de que se está persiguiendo al castellano. El manifiesto entiende la diversidad como un problema.
Leer el artículo completo en elcorreodigital y en Irrintzia

martes, 20 de mayo de 2008

35 años de frente en el Sahara Occidental

La creación, el 20 de mayo de 1973, del Frente Por la Liberación de la Saguia El Hamra y Río de Oro (Frente POLISARIO -en adelante FP-) supone la consolidación de un movimiento político reconocido por la propia ONU desde 1975, que deberá enfrentarse, con escasísimos medios, al ejército español primero y, tras el abandono de la colonia, a los ejércitos mauritano y marroquí.
Desde la entrada en vigor del alto el fuego en 1991 el FP ha centrado sus esfuerzos en el mantenimiento de unas condiciones de vida dignas para la población saharaui desde entonces refugiada en Tinduf (Argelia), al tiempo que protagoniza las negociaciones auspiciadas por la ONU y la Unión Africana para la puesta en práctica de los sucesivos Planes de Paz y en definitiva, para la administración de la descolonización total del territorio de la República Árabe Saharaui Democrática ocupada actualmente en un 75% de su superficie por Marruecos.
Han pasado los años y el FP, representante legítimo de la sociedad saharaui, cumple 35 años. 35 años con aciertos y también errores, haciendo frente a la inoperancia de una Comunidad Internacional incapaz de llevar a buen puerto sucesivos acuerdos de paz, una y otra vez rotos por la desfachatez de un régimen, el marroquí, que al tiempo que bloquea la tan necesaria transición a la democracia que garantice la paz y el desarrollo para su propio pueblo, impide la autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental.
Si estudiamos los poderes legales del monarca alauí, ratificados en la Constitución vigente de 1996 según la cual el rey elige y destituye al primer ministro, quita y pone ministros, aprueba y veta leyes, es Jefe Supremo de las fuerzas armadas y “comandante de los creyentes”, es fácil entender porqué la supuesta apertura democrática marroquí, publicitada a bombo y platillo desde gobiernos amigos como el español o el francés, sigue dándose de bruces contra la realidad.
Tras años y años de espera la paciencia del Pueblo Saharaui se agota y el Frente POLISARIO acaba de comunicar en su reciente congreso que la actual ronda de conversaciones auspiciadas por la ONU que ahora enfrentan su quinta fase no puede constituir un fin en sí misma, alertando incluso sobre la posibilidad de que se reanuden las hostilidades militares. Nadie quiera que eso suceda, no obstante, nadie podrá tampoco hacer al Pueblo Saharaui responsable de lo que sería una tragedia anunciada tras años y años de espera pacífica y confianza en la negociación auspiciada por la ONU.
Sin embargo, solucionar el conflicto del Sáhara Occidental no es difícil. Es posible diseñar una solución en unas pocas horas de democracia a través de la organización de un referéndum de autodeterminación. No se trata de un conflicto étnico, ni de un conflicto religioso o el de dos pueblos por un solo territorio, es un caso clásico de descolonización inconclusa.
¿Y nosotras qué? http://www.todosconelsahara.com/, ENTRA Y FIRMA, que les quede claro. El Sáhara no se vende, de rendirse mejor ni hablamos.
Asociación de Amigas y Amigos de la RASD de Vitoria-Gasteiz

lunes, 5 de mayo de 2008

El nacionalismo español, sin careta

Fabio Gonzalez
El nacionalismo español tiene una particularidad, un handicap considerable. Es incapaz de expresarse en positivo, salvo topicazos y vagos lugares comunes. Al fin y al cabo, la idea de "España" y sobre todo la de "el pueblo español" es tan abstracta como heterogénea. Es difícil encontrar complicidades socio-culturales para el conjunto de los "españoles", algo que, por contra, parece bastante más sencillo cuando hablamos del "pueblo vasco", "los ingleses" y otros casos. Un problema similar, por ejemplo, a la hora de referirse al "pueblo belga".
El españolismo sin embargo se mueve como pez en el agua cuando se reafirma con carácter ofensivo. La demonización del nacionalismo catalán, primero, y de toda Catalunya como fórmula más visceral y sin embargo ampliamente extendida, en segundo lugar vienen a ser expresiones de masas del pensamiento que difunde la conciencia nacional española. Es especialmente notorio la agresividad contra el catalán, idioma que se percibe como amenaza real hacia el castellano por su resistencia a pesar de los envites expansionistas de la lengua castellana en zona catalanoparlante, una lengua además "culta" por ser de origen latino, y con una proyección internacional que saca de sus casillas al buen español.
Con respecto al nacionalismo vasco, qué duda cabe, la reprobación es total, sin embargo distinta. La existencia del conflicto armado permite que la animadversión sea fruto de la inercia y no necesita de más madera ideológica día sí y día también. Además está comunmente extendida la idea de que hay "vascos no nacionalistas y por tanto buenos españoles" a los que se les debe mantener el afecto, cosa harto dudable en el caso catalán en el que la postura catalanista del PSC parece mostrar una conjura antiespañola desde Girona hasta Tarragona. Además, y esto es importante, el euskera es tratado de un modo absolutamente despectivo, tomándolo como lengua inferior, bárbara, artificial, pobre y por tanto un elemento no desafiante que incluso podría aceptarse como mero folclore. La mayor dificultad en la recuperación del euskara añade una dosis de relajación en este sentido.
Por tanto, la hegemonía cultural nacionalista española presentaba como "nacionalismos" a los demás, y como racionalidad ciudadana al propio. Algo así como que no es posible ser ciudadano si no se es español. Después, aclaraban, también se es ciudadano si se es francés, o alemán... entonces uno descubre que para no ser una bestia etnicista ha de tener un referente nacional con un estado ya constituido. Y ahí venía el problema, porque en las últimas décadas se han creado más estados que en toda la Historia y esto es algo que, bien es sabido, pone muy nervioso a este nacionalismo. Sobre todo por qué pone de manifiesto que, defender un referente nacional sin estado, lógicamente, no es incompatible con la defensa de la razón, la ciudadanía, las leyes justas y otras tantas, algo que, vista la Historia, es cuanto menos cuestionable con la idea de España y sus defensores.
Cuando hablamos de nacionalismo español en un modo cultural hay que resaltar que, en el caso del neorepublicanismo no se ha sido estéril a este. La actitud contra el nacionalismo vasco, catalán-valenciano y gallego, obviando el frente común en 1936, es manifiesta. Quienes defienden ese tipo de República Española, aún guardan como resquicio la palabra "autodeterminación" - aunque les molesta bastante- y contraponen con absurda equidistancia al nacionalismo - por muy de izquierdas que sea- periférico con la monarquía. Esto, por supuesto es legítimo, pero no deja de ser nacionalismo español, en tanto que defienden una nación dentro de un marco estatal - republicano- unido. Se que es duro decirlo, pero así les va.
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