Siguen las reacciones sobre el "Manifiesto por la Lengua Común" y hay algunos artículos que ayudan a situar, desde mi punto de vista, tan delicado debate. Uno de ellos es el suscrito por la Associació d'Escriptors en Llengua Catalana, la Asociación de Escritores en Lingua Galega y la Euskal Idazleen Elkartea. Otro artículo con el que concuerdo y que propongo su lectura aquí es el del catedrático de Comunicación de la UPV-EHU, Ramón Zallo.
El “Manifiesto por la lengua común” mira las lenguas no desde la cultura y su diversidad sino desde una determinada visión política; y esconde una operación encaminada a provocar una involución en el reconocimiento de la diversidad cultural y lingüística del Estado. El documento subordina e instrumentaliza las lenguas a la construcción política del Estado (“una inquietud estrictamente política”; “una lengua política común”). Ese concepto de Estado es de clara inspiración borbónica y liberal-decimonónica frente al modelo de los Austrias (austracismo) que entendía lenguas y Estados de forma convivencial y no jerárquica. Aquí hay una operación lerrouxista.
No estamos ante una defensa del castellano frente a las nada amenazadoras lenguas minoritarias en el Estado, sino ante un manifiesto que busca fundamentar culturalmente un nacionalismo español reactivo promoviendo un modelo de Estado piramidal. En efecto, no solo propugna que se ratifique de derecho lo que, lamentablemente, ya ocurre de hecho en el Estado Español, “una asimetría entre las lenguas españolas oficiales”, sino también que el castellano pase al estatus de la lengua política propia de todos los españoles y al de preferente en el interior de las Comunidades con lengua propia, bajo la falsa y victimista premisa de que se está persiguiendo al castellano. El manifiesto entiende la diversidad como un problema.
Leer el artículo completo en elcorreodigital y en Irrintzia
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