Retirada de las tropas alemanas de Afganistán, disolución de la OTAN, rechazo del Tratado de Lisboa por asocial. El partido Die Linke(La Izquierda) reiteró ayer en su primer congreso federal las reclamaciones en política exterior que hacen imposible una coalición con cualquiera de las otras cuatro fuerzas representadas en el Bundestag (Parlamento Federal).
Casi un año después de su fundación, el partido de Oskar Lafontaine y Lothar Bisky rebosa confianza en sí mismo y se conforma con cambiarAlemania desde la oposición. De momento.
Los políticos de Die Linke no aspiran aún a gobernar el país, porque saben que el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) no estaría dispuestoa coaligarse con ellos. Pero ejercen su creciente poder indirectamente.
El viernes pasado, el socialdemócrata Klaus Wowereit fue el único de los jefes de los 16 gobiernos regionales que se abstuvo en la votación para ratificar el Tratado deLisboa en el Bundesrat, la Cámara territorial, una condición de los izquierdistas en el acuerdo de gobierno de la ciudad. Wowereit es el único líder socialdemócrata que aboga por romper tabúes y colaborar con Die Linke.
En la cúpula del partido,Lothar Bisky es la cabeza de la formación que sucedió al partido único de la Alemania comunista, mientras que Oskar Lafontaine representa a los sindicalistas y desertoresdel SPD. Ambos se fusionaron hace un año para constituir Die Linke.
En el congreso que se celebra este fin de semana en la ciudad de Cottbus, en el este del país, Bisky aburrió a losdelegados con sus declaraciones de principios con un largo discurso leído sin levantar la vista del papel.
Lafontaine, en cambio, improvisó y logró exaltar a los camaradas con retórica anticapitalista. Levantó aplausos con duras críticas a Washington: EEUU es un país que, tenga el presidente que tenga, siempre necesita una guerra.
Un salto en Baviera
A poco más de un año de las elecciones federales, el partido ronda el 10% en los sondeos, y en septiembre podría entrar en el Parlamento de la ultracatólica y tradicionalista Baviera, donde los socialcristianos, socios de la canciller Angela Merkel, temen por su mayoría absoluta por primera vez en décadas.
El auge del partido nació en buena parte del rechazo a los recortes sociales del SPD de Gerhard Schröder. Die Linke propaga un programa de inversiones de futuro de 50.000 millones de euros, bajar de 67 a 60 años la edad de jubilación y un sueldo mínimo de 10 euros la hora. Para financiar estas propuestas, proponesubir los impuestos a los ricos y a las grandes empresas. También cree que hay que prohibir los despidos masivos en empresas que tengan beneficios.
El partido se ve como punto de referencia de toda la izquierda europea, también en los países donde las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia tienen dificultades. Lafontaine aspira a compensar en el conjunto de Europa la debilidad de partidos hermanos en Italia, que inauguró su primer Parlamento sin un solo comunista, y a España, donde Izquierda Unida se ha visto marginada tras las últimas elecciones.
Casi un año después de su fundación, el partido de Oskar Lafontaine y Lothar Bisky rebosa confianza en sí mismo y se conforma con cambiarAlemania desde la oposición. De momento.
Los políticos de Die Linke no aspiran aún a gobernar el país, porque saben que el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) no estaría dispuestoa coaligarse con ellos. Pero ejercen su creciente poder indirectamente.
El viernes pasado, el socialdemócrata Klaus Wowereit fue el único de los jefes de los 16 gobiernos regionales que se abstuvo en la votación para ratificar el Tratado deLisboa en el Bundesrat, la Cámara territorial, una condición de los izquierdistas en el acuerdo de gobierno de la ciudad. Wowereit es el único líder socialdemócrata que aboga por romper tabúes y colaborar con Die Linke.
En la cúpula del partido,Lothar Bisky es la cabeza de la formación que sucedió al partido único de la Alemania comunista, mientras que Oskar Lafontaine representa a los sindicalistas y desertoresdel SPD. Ambos se fusionaron hace un año para constituir Die Linke.
En el congreso que se celebra este fin de semana en la ciudad de Cottbus, en el este del país, Bisky aburrió a losdelegados con sus declaraciones de principios con un largo discurso leído sin levantar la vista del papel.
Lafontaine, en cambio, improvisó y logró exaltar a los camaradas con retórica anticapitalista. Levantó aplausos con duras críticas a Washington: EEUU es un país que, tenga el presidente que tenga, siempre necesita una guerra.
Un salto en Baviera
A poco más de un año de las elecciones federales, el partido ronda el 10% en los sondeos, y en septiembre podría entrar en el Parlamento de la ultracatólica y tradicionalista Baviera, donde los socialcristianos, socios de la canciller Angela Merkel, temen por su mayoría absoluta por primera vez en décadas.
El auge del partido nació en buena parte del rechazo a los recortes sociales del SPD de Gerhard Schröder. Die Linke propaga un programa de inversiones de futuro de 50.000 millones de euros, bajar de 67 a 60 años la edad de jubilación y un sueldo mínimo de 10 euros la hora. Para financiar estas propuestas, proponesubir los impuestos a los ricos y a las grandes empresas. También cree que hay que prohibir los despidos masivos en empresas que tengan beneficios.
El partido se ve como punto de referencia de toda la izquierda europea, también en los países donde las fuerzas a la izquierda de la socialdemocracia tienen dificultades. Lafontaine aspira a compensar en el conjunto de Europa la debilidad de partidos hermanos en Italia, que inauguró su primer Parlamento sin un solo comunista, y a España, donde Izquierda Unida se ha visto marginada tras las últimas elecciones.
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