jueves, 27 de marzo de 2008

El descalabro de IU y el "modelo catalán"

Lluís Rabell
Durante la campaña electoral, al tiempo que reclamaba algún ministerio en un futuro gobierno del PSOE, Gaspar Llamazares propugnaba el gobierno tripartito catalán que preside Montilla como el ejemplo de colaboración entre las izquierdas, como el “modelo” a extender al conjunto del Estado. Incluso desde sectores opuestos a Llamazares y desde el propio PCE, la actitud hacia el “govern d’entesa” ha sido y es, por lo menos, ambigua. Sin embargo, en Catalunya tenemos la más clara demostración práctica de que la asociación gubernamental de la izquierda transformadora con el social-liberalismo dominante es letal para la primera. El 9-M así lo ha certificado, con un potente voto obrero y popular hacia el PSC y con el hundimiento de ICV-EUiA y ERC, que han visto a su electorado decantarse por la abstención o transferir sus sufragios a la candidatura socialista.
No ha habido ni entusiasmo por las políticas del PSOE, ni exclusivamente “temor al PP”. En los debates del último Consell Nacional de EUiA algún compañero señalaba con perplejidad que el PSC hubiese obtenido sus mejores resultados en los barrios más castigados por la desastrosa gestión de las infraestructuras ferroviarias, o que un buen número de conductores de TMB, en conflicto con el gobierno municipal, acudiesen a votar por Carme Chacón. En ese gesto no sólo está el reflejo de los consabidos factores objetivos, sino también un juicio implacable hacia la izquierda transformadora por parte de la que debería ser su base social natural: esta izquierda, nos indica semejante comportamiento electoral, es percibida como una fuerza secundaria que ni modula la política de los socialistas, ni influye sobre ella para mejorarla… ni tampoco esboza alternativa alguna ante los acuciantes problemas de la vida cotidiana de la ciudadanía. Los movimientos contestatarios y la juventud, por su parte, tienen sobre todo noticias de esa izquierda a través de las intervenciones represivas de los Mossos d’esquadra, que dirige Joan Saura. Así pues, si se trata de cerrar el paso a la derecha en las urnas, es normal – mal que nos pese – que la población trabajadora prefiera votar al partido social-liberal, incluso si anda a la greña con los gobiernos que dirige, antes que a sus impotentes acólitos.
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