jueves, 3 de abril de 2008

De Izquierda Unida a un movimiento por la república federal

Francisco Perez. Periodista y Director de Tele K
Conviene recordar que el nacimiento y desarrollo de IU es consecuencia directa del felipismo, del referéndum de la OTAN, de las huelgas generales, de la conmoción que provocó en amplísimos sectores de la izquierda los escándalos del GAL y de la corrupción generalizada; es decir, es el producto de una fase la política española ya superada desde que el PSOE acometiera con éxito su renovación hace ya ocho años. No es casual, en este sentido, que alcanzara su máxima cota de apoyo en 1996 coincidiendo con la derrota de González ante Aznar y que a partir de entonces haya experimentado un progresivo declive. Su única identidad perceptible, ser la izquierda externa del PSOE, es una no identidad o en todo caso una identidad muy difusa y vulnerable, cuyo mantenimiento dificulta que se desarrolle un ala izquierda digna de tal nombre en el interior del Partido Socialista.
Hoy la sociedad española es muy distinta a la de la década de los ochenta y la primera mitad de los noventa y desde luego lo son, los retos que tiene ante sí una izquierda verdaderamente transformadora. Ésta solo puede surgir de la amplitud de miras y de la capacidad de IU para convocar a la creciente sensibilidad republicana de este país a la construcción de un nuevo proyecto arraigado en una identidad fuerte donde se pueda cimentar un tercer espacio electoral y social que sitúe a la tercera república en el mapa político de los próximos veinte años, y para promover las transformaciones sociales de fondo que las fuerzas políticas mayoritarias van a ser incapaces de llevar a cabo sin la presión de la calle y el surgimiento de un nuevo sujeto antagonista. República federal como alternativa integradora a una idea de España excluyente de su pluralidad nacional, inviable como proyecto común, monárquica, bipartidista, neoliberal y donde la aconfesionalidad del estado es más formal que real. Un republicanismo de izquierdas dotado de alma y de cuerpo con capacidad de convertir en iniciativa política lo que hoy solo son declaraciones genéricas sin ningún sustento estratégico.
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