viernes, 18 de abril de 2008

Elecciones en Paraguay: el umbral del estado stronista

Luis Ortiz Sandoval es sociólogo paraguayo, actualmente cursa un doctorado en Francia Próximos a un acontecimiento parte-aguas de la historia política paraguaya, las elecciones políticas del 20 de abril de 2008 abre la interrogante sobre las condiciones sociales de posibilidad de modificar una estructura social con innumerables problemas y desafíos.
El deterioro económico, la degradación de la seguridad y protección social, la acentuación de la desigualdad y pobreza así como la masiva emigración de la población dan cuenta de una progresiva corrosión del Estado paternalista montado por la dictadura y que la sostuvo como su base prebendaria y clientelista. Pero aún hay más: se ha operado un cambio social que llevó al país a una desoladora situación de aislamiento geopolítico hasta el punto que su nombre en el exterior, puede fácilmente asociarse al de un pobre estado sureño de Brasil antes que al de una república soberana e independiente sudamericana.
El 20 de abril, pues, se juega el voto contra el partido colorado como única posibilidad objetiva de romper con la administración stronista del estado. Y es que recién ahora, después de casi 20 años del derrocamiento de Alfredo Stroessner, el estado autoritario que lo sostuvo está haciendo aguas por todas partes, proceso que como muchos otros en Paraguay, fue posible más por el efecto del tiempo y la inercia que por una decidida voluntad política de la sociedad.
El voto por Fernando Lugo, ex–obispo católico y candidato a presidente de la república por la APC, es un acto político que traduce la única elección social soportada por miles de paraguayos en los últimos diez años: resistir estoicamente permaneciendo en el país o por el contrario "dejar todo y largarse". Entonces, votar el domingo 20 de abril, puede ser el golpe de gracia al inminente desmoronamiento del "estado oligárquico colorado" (A. Ortiz, 2006) en una situación crítica del país que rememora la situación de aquel 2 de marzo de 1870, en que un país en ruinas debía renacer como el Ave Fénix de sus cenizas.

Leer aquí el artículo completo, obtenido a través de la Agenda Radical, de Ernesto Herrera

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