Armando Fernandez Steinko es profesor titular de sociología de la Universidad Complutense de Madrid.
En Izquierda Unida se desencadenó hace tres o cuatro años una guerra civil entre la dirección mayoritaria encabezada por Gaspar Llamazares y apoyada preferentemente por profesionales, y la dirección del PCE con más apoyo en las zonas rojas de Andalucía. La mayoría de la militancia ha permanecido sin embargo al margen de esta guerra sorprendida por la irresponsabilidad de sus dirigentes. El grupo de Llamazares quería crear un partido como el de los Verdes alemanes pero no tenía mayoría para hacerlo e intentó eliminar al PCE para conseguirla.
La dirección del PCE que recibió las agresiones, respondió jugando al desgaste de Llamazares e intentado recuperar su vieja actitud hegemonizadora y vanguardista dentro de la coalición. Ambos fracasaron. La nueva izquierda española, como probablemente todas las demás izquierdas de Europa, sólo puede nacer de un proceso de convergencia de múltiples experiencias y sensibilidades sobre un planteamiento de clase claro pero inductivo y lleno de matices y una fuerte cultura del acuerdo.
La salida más realista para la izquierda es hacer un llamamiento a la convergencia de todo el tejido crítico con el neoliberalismo sobre unas cuantas bases programáticas, no muchas. Dentro de este bloque tiene que existir un referente anticapitalista claro y el PCE podría ocupar ese papel si cumple las reglas del juego.
Pero tiene que ser un bloque en el que también tengan cabida planteamientos no explícitamente anticapitalistas sino democráticos radicales, reformistas fuertes. Y también el ecologismo social, la gran asignatura de la izquierda si quiere evitar que el verde se atrinchere en los ambientes profesionales socialmente privilegiados como ha sucedido en Alemania. La crisis financiera y monetaria que vivimos en la actualidad es la más profunda desde los años 1930 y el capitalismo va a cambiar necesariamente de cara.
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