Juan Torres López y Alberto Garzón Espinosa son coordinadores de altereconomia.
El reciente caso de David Taguas, ex director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno español y que acaba de cesar para pasar a ser presidente de la asociación SEOPAN –un grupo de interés formado por las principales empresas constructoras españolas- es una vergüenza, una corruptela que a base de sumarse a otras resulta letal para la democracia. Pero que no debería extrañar a nadie: en España y a nuestro alrededor se han dado un sin fin de casos similares en los últimos tiempos: Zaplana, Tony Blair, Jose María Aznar, Schröeder...
El caso de David Taguas es paradigmático. Fue subdirector del servicio de estudios del BBVA, posición desde la que escribió a favor de la privatización progresiva de las pensiones, antes de ser nombrado director de la Oficina Económica del Presidente y asesor de Zapatero. Y lo siguió haciendo una vez ocupado este cargo, hasta el punto de que el propio Vicepresidente del Gobierno y Ministro de Economía tuvo que rectificar sus opiniones en alguna ocasión. En medio de la crisis inmobiliaria, Taguas tomó posición a favor de que el gobierno interviniese en el mercado de la vivienda, acudiendo al rescate de las inmobiliarias en apuros, y contrariando de nuevo al Ministro de Economía. ¿No tiene que ver con nada de esto su actual aterrizaje en la presidencia del lobby de las grandes empresas constructoras españolas?.
El problema es que hoy día existe una gran falta de transparencia, de modo que es imposible que los ciudadanos sepamos a qué se dedican de verdad nuestros representantes y gobernantes. Y eso es una de las grietas fundamentales por la que la corrupción se abre paso en España. De hecho, Transparency Internacional[1] ha otorgado a nuestro país, en su último informe del 2007, un mediocre 6,7 en el Índice de Percepción de la Corrupción. Un Índice que mide el nivel de transparencia existente en las instituciones, y que puede oscilar entre un máximo de 10 (transparencia total) y un mínimo de 0 (transparencia nula).
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