lunes, 9 de junio de 2008

Desde la ingenuidad calculada y la conspiración aparcada

Empezaré diciendo: ¡Se acabó!, pero como no creo que sea la forma amable de decir que en lo que a mi, y a muchos militantes, respecta, mejor diré: se terminó el juego de quienes manejan la información, el patrimonio, la base de datos, y que administran unos pocos a costa de muchos.
El silencio cómplice en el que se participa en este proceso de auto-destrucción de IU, la más valiosa fuerza política que ha tenido la democracia en este país, y quieren finiquitarla. Y además los que por un posible sentido de la responsabilidad, venimos planteando permanentemente, el reencuentro de los que estuvieron, de los que están y de los que vendrán, hemos sido probablemente discretos, prudentes y a veces hasta culpables por omisión; pero nos ha costado tanto construir este mágico proyecto donde cabían todas y todos, y no sobraba nadie, donde había una relación entre iguales...
Lo siento, pero no. Me resisto a que destrocen lo que cientos de militantes han edificado, con sus cuotas, sus casetas de feria, sus pegadas de carteles, sus miles de reuniones para conseguir un Centro de Salud o un Colegio para su vecindario, el puerta a puerta entregando papeletas de votos, para que algunas y algunos de nosotros fuéramos “flamantes cargos públicos”. Nadie tiene derecho a certificar su defunción.
Aprendí que todo tiene arreglo en la vida menos la muerte, e IU no ha muerto, y absténganse de matarla, porque somos ya muchos los que estamos vigilantes para que no se le haga daño, pero no sólo desde los símbolos, las pegatinas o las soflamas, sino desde la puesta en funcionamiento de los motores oxidados y estropeados, para que pueda volar sin lastres.
Señalando al capitalismo y a sus gestores, recopilando ciudadanía, para hacer redes horizontales, donde construir desde abajo la alternativa, sin perder el rumbo de la transformación, que no es el guevarismo ni el populismo, caminando, detectando sólo fuera al adversario. Los que cohabitamos mayoritariamente en IU es en base a renunciar a la salud, al tiempo de familia, al ocio; los que quedamos, salvo excepciones, somos misioneros de la paz y la libertad.
Queremos el mestizaje intercultural, y la justicia social, también para IU.
Queremos la vida, y el lacer de militar, también para IU.
Queremos la ética, y la responsabilidad de servir altruistamente al pueblo, también para IU.
Queremos a los intelectuales, a los sindicalistas, a las feministas, a los ecologistas, a los pacifistas, también para IU.
Queremos a IU con sus luces y sus sombras.
No hay nostalgia en mis palabras, ni siquiera un comportamiento defensivo o resistente, sólo desde una mirada crítica, pero constructiva, entiendo que hay muchas cosas que mejorar, y sobran demasiadas cuentas por saldar. Por eso, porque creo que todas y todos a la hora de la verdad seremos capaces de volver a volar, apuesto por una IU convergente con todo lo que se mueve a la izquierda, especialmente con los de a pie.

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