martes, 24 de junio de 2008

¡Lorenzo, por Dios, bájate de la puta moto!

Llevaba varios días queriendo mostrar este post que el mallorquín Eberhard Grosske colgó en su blog hace ya un par de semanas. Me gustó mucho el texto, primero por ser motero y conocer los riesgos que acarrea la movilización sobre dos ruedas y, en segundo lugar, por considerar que la creciente y continua información deportiva que recibimos como bombas de racimo, es excesiva en la cantidad y alienante en el modo en que se produce. Los mitos deportivos que estamos construyendo no nos ayudarán a ser más libres. Ni más sanos y espabilados, por supuesto.

Me pones la piel de gallina con tus abrasiones en el tendón de la mano derecha, tus operaciones en los antebrazos. tu correr con los antebrazos recién operados, tus conmociones cerebrales, tus tobillos rotos, tu correr con los tobillos rotos y tus nuevas caídas sobre tus maltratados tobillos.
Y me pones enfermo cuando, medio amnésico y conmocionado, lo único que se te ocurre preguntar es si vas a poder correr mañana.
Te lo digo a tí pero igual se lo podría decir a ese compañero tuyo (¿Tito Rabat se llama?) que ha estado 48 horas con un coma inducido y que, al despertar, también se ha cabreado con los médicos porque, al llegar a la clínica, le habían prometido correr al día siguiente (para que se callara, claro)
¿Os habéis vuelto locos o qué coño os pasa?
En el catecismo, la Iglesia Católica nos enseña que nuestro cuerpo es como un templo. Es una imagen preciosa pero después resulta que la cosa va de no masturbarse y de follar lo justo. La filosofía oriental también opina que nuestro cuerpo es un templo pero, como siempre, se enrolla mejor y le da a la idea un contenido mucho más profundo e interesante.
Jorge, no tienes que dejar que tus tendones se abrasen estúpidamente contra el asfalto. Tu mano derecha es un trozo de templo, sirve para lo que ahora mismo estás pensando y para muchas cosas más: presérvala. Preserva también tus antebrazos y tus tobillos: ellos te han de servir aún durante muchos años, te han de permitir abrazar a las muchas novias que te esperan y también trotar con ellas al atardercer por la playa: presérvalos. Y, si alguna vez los has de poner en riesgo, que sea por algo muy muy importante y que valga mucho mucho la pena.
Envía a tomar viento a todos los que te dicen que eres un dios, un ídolo y un modelo para la juventud. Eres sólo un juguete en sus manos. Tu escudería, los mecánicos, los políticos que se hacen fotos contigo y los periodistas que babean hablando de tí en el telediario... todos viven de ti y de gente como tú. Os usan, os enaltecen y os olvidan: les importáis un pimiento. Y la afición? Ay, la afición!. Para la afición no eres más que un objeto de consumo, un vehículo para sublimar su agresividad, su competitividad y sus frustraciones. Te adoran ahora porque les eres útil para obtener, ¡qué triste!. satisfacciones proyectadas en los otros. Si mañana decaes o empiezas a perder, harán chistes sobre tí, te criticarán y te olvidarán (observa lo que le va a pasar a Fernando Alonso si no despabila) Como, en el fondo, buscan su propia satisfacción, no les interesan los perdedores. Incluso si, ojalá no ocurra, te pasa como a este compañero tuyo catalán y te quedas en silla de ruedas, pues nada, dos homenajes, dos medallas y al archivo: en este mercado sólo se admiten triunfadores y estrellas fulgurantes.
Al final, ya verás, estarás tú solo con tus tobillos y cuando estés solo con ellos (sin periodistas, sin primeras planas, sin podiums) procura que aún te sirvan para algo
Naturalmente, está el tema de la pasta, Bueno, ya la tienes no? Y siempre puedes redondear la cifra escribiendo un best seller titulado "Por qué lo abandoné estando en la cumbre". Seguro que se venderá
Y en cuanto a las motos, siempre puedes cómprate una superbuena e irte por la carretera con estos grupos tan chulos que van despacito, devorando kilómetros y paisajes y que parecen ser tan felices.
En fin, hijo, perdona mi atrevimiento. Yo lo único que quiero es que no te den gato por liebre, que vivas muchos años y que seas feliz

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