Tres horas y cuarto de trasiego sobre los censos de IU en la Comisión Unitaria depararon fumata negra. Por supuesto la blanca se hace rogar. Mientras, se deslindan impugnaciones, errores, y el pulso de cada Federación y tendencia por situarse mejor en delegados a la Asamblea Federal de noviembre.
Las discusiones, entrevistas, comidas, telefoneadas, y reuniones previas que coincidían en la necesidad de un acuerdo de consenso, se esfumaron a las puertas del Olimpo de IU.
La crisis económica golpea y clama respuestas, el votante otorga un cierto hálito a IU en encuestas, la afiliación desea reflexión profunda de las causas del descalabro electoral, en las asambleas se sueña en poder decir y que las direcciones resuelvan una situación caótica que conduzca a algo nuevo que no huela a ruptura.
Ahora bien el verbo es incontenible y atropella el tiempo. A menos de dos meses de la Asamblea el censo real mengua, mientras su carga mortífera crece. Una suerte de ingeniería censitaria tensa paciencias, voluntades, y capacidades, hollando sendas de ruptura e implosión. Se descubren profundas sinceridades, en un baile macabro de cifras boomerang, que encogen y dilatan.
Se dirime en torno a 48.318 personas afiliadas y 800 en las delegaciones a la Asamblea. El reparto es un mix entre afiliación, cantidad de voto, y porcentaje de voto. La encrucijada que planea envenenada es la parte que corresponde a la afiliación. Por lo que se ve no es un factor fijo y objetivo, sino un arma arrojadiza, una magia entre federaciones, asambleas, y dirección federal.
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La crisis económica golpea y clama respuestas, el votante otorga un cierto hálito a IU en encuestas, la afiliación desea reflexión profunda de las causas del descalabro electoral, en las asambleas se sueña en poder decir y que las direcciones resuelvan una situación caótica que conduzca a algo nuevo que no huela a ruptura.
Ahora bien el verbo es incontenible y atropella el tiempo. A menos de dos meses de la Asamblea el censo real mengua, mientras su carga mortífera crece. Una suerte de ingeniería censitaria tensa paciencias, voluntades, y capacidades, hollando sendas de ruptura e implosión. Se descubren profundas sinceridades, en un baile macabro de cifras boomerang, que encogen y dilatan.
Se dirime en torno a 48.318 personas afiliadas y 800 en las delegaciones a la Asamblea. El reparto es un mix entre afiliación, cantidad de voto, y porcentaje de voto. La encrucijada que planea envenenada es la parte que corresponde a la afiliación. Por lo que se ve no es un factor fijo y objetivo, sino un arma arrojadiza, una magia entre federaciones, asambleas, y dirección federal.
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