jueves, 10 de abril de 2008

¿Tiene futuro Izquierda Unida?

Xaquín García Sinde
Los dirigentes de IU y del PCE creen que la fórmula para salir del aparente callejón sin salida es encontrar la combinación justa de apoyo a las medidas progresistas que pueda impulsar Zapatero y de crítica por la izquierda. Pero todas las combinaciones fallan porque, en realidad, los problemas son otros: el programa y el método. El bipartidismo no es un reflejo de la derechización de la sociedad; al contrario, refleja el aumento de la polarización política entre derecha e izquierda. Los resultados electorales no se pueden interpretar de forma empírica. Si lo hiciésemos así, tras las elecciones generales de 2000, cuando Aznar obtuvo mayoría absoluta, habríamos llegado a la conclusión de que existía una gran derechización social. Y, sin embargo, durante aquella legislatura España vivió las mayores protestas desde la Transición: LOU (2001), huelga general contra el decretazo y Prestige (2002), guerra de Irak (2003) y movilizaciones en torno al atentado del 11-M (2004), todo lo cual culminó el 14 de marzo en la derrota electoral del PP.
La única manera de fortalecer políticamente IU y el PCE es combinando la defensa de un auténtico programa socialista -es decir, un programa de transformación de la sociedad, no una variante de reformismo de izquierdas- con un discurso no sectario hacia el PSOE, apoyando sus eventuales medidas positivas y criticando las negativas, pero sin perder nunca la perspectiva de que el enemigo de clase es la derecha. Programa y método, ambos son imprescindibles. Sólo así se podrá convencer al sector de trabajadores y jóvenes que se abstienen (hastiados de la política oficial alejada de la realidad) o que votan al PSOE (sea por el sano instinto de cortarle el paso al PP o por ciertas ilusiones en su dirección) de que una alternativa revolucionaria vale la pena.
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