miércoles, 14 de mayo de 2008

IU: fin de ciclo... sin salida por la izquierda

Jaime Pastor es miembro del Espacio Alternativo
El problema es aún más grave si tenemos en cuenta que, frente a esos desplazamientos a la derecha, fuera de IU no existe ninguna organización política capaz de ser fuerza alternativa “federalizadora” de los sectores que buscan otro camino distinto al anunciado por quienes en la actualidad siguen controlando IU. Por eso va a ser difícil frenar los riesgos de descomposición futuros, más allá de aquellos lugares en donde la continuidad de una representación institucional a escala autonómica y local ofrezca esperanzas de resistir hasta las próximas elecciones de 2011. Incluso en Andalucía, en donde IU-CA no ha retrocedido en escaños en las autonómicas, las tensiones internas parecen agudizarse y el “buque-insignia” de la alcaldesa de Córdoba amenaza con llegar sólo a otro puerto.
No creo que haga falta añadir que, desde luego, el PCE tampoco puede ser esa fuerza alternativa que pueda frenar el rumbo actual. No sólo por su pasado asociado a sus orígenes estalinistas ni tampoco por el lastre de su papel en la transición sino, además, porque los mismos dilemas y las mismas divisiones que afectan a IU se reproducen en su seno, con mayor o menor fuerza según los lugares, impidiéndole romper con la “cultura de la gobernabilidad” o con esa polarización entre el seguidismo y el sectarismo en sus relaciones con el PSOE que le ha caracterizado a lo largo de su historia y recientemente.
No parece haber, por tanto, atajos desde dentro de IU en el camino necesario hacia un giro a la izquierda, por lo que, como hemos repetido en otras ocasiones, se impone “volver a empezar”: iniciar una nueva etapa de acumulación de fuerzas basada en la centralidad de las redes de los movimientos sociales alternativos y en la búsqueda paralela de nuevos marcos de trabajo en común entre los sectores críticos de IU y los que están fuera de esta formación y apuestan por una izquierda anticapitalista y alternativa. La convergencia dentro de esas redes es lo que puede favorecer nuevos pasos en la confluencia política, ya que de nada sirven las referencias identitarias esencialistas (“comunistas”, “trotskistas”, “ecosocialistas”, “republicanas”...) si no hay una praxis común en torno a un proyecto, una estrategia y un nuevo tipo de formación política capaces de generar nuevas esperanzas en que es posible reconstruir una fuerza de izquierdas anticapitalista, alternativa y autónoma frente al social-liberalismo, sin por ello negar las diferencias que separan a éste de una derecha neoconservadora y ultraliberal que no reniega de sus orígenes franquistas y nacional-católicos.
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