Hija de española e italiano, madre de cuatro hijos romanos, Concita de Gregorio lleva dos semanas conciliando semejante panorama con un gran reto profesional. La ex redactora estrella de La Repubblica es ahora la directora del diario L'Unità, el mítico órgano de prensa del Partido Comunista, fundado por Antonio Gramsci en 1924.
La izquierda anda incómoda en el mundo real, parece: "Está cambiando de era, pasando a la fase posideológica, intentando entender la realidad. Lleva 30 años en la jaula ideológica, opinando de cualquier cosa, sea lo que sea, con prejuicios y orejeras".
Así ha fraguado "el berlusconismo, anestésico de las cabezas, triunfo de la trila permanente, éxtasis de la lotería, la picaresca y la política cabaret, ética de las piernas bonitas y el millonario golfo, arquetipo social modelo Alberto Sordi, descarado y pelotillero a la vez, adobado con alguna visita a Putin y a Gaddafi".
Dicho esto (en perfecto español), se entiende que Concita de Gregorio dijera "sí" a la oferta de Renato Soru, inventor de Tiscali y gobernador de Cerdeña, nuevo patrón de L'Unità, "emprendedor muy moral, fuera de moda y poco hablador, ¡un antiitaliano!". Y que no aceptó el cargo "para hacer carrera ni por el dinero ni para gritar (sería insensato competir en todo eso con la derecha)", sino "para bajar la voz, hablar de las cosas reales, e intentar explicar dónde está la sustancia y dónde el truco".
Una vez que ha renunciado a "la imbatible comodidad de La Repubblica", sabe que la tarea requiere "recomenzar de cero, desde el alfabeto, los colores y los números", y luchar mucho para subir las ventas (40.000 ejemplares). Pero los ojos verdes y la cabeza alegre de Concita de Gregorio están muy vivos, y a los 43 años piensa que es posible otra vía, otro país. "Los periódicos", concluye, "son objetos insustituibles, cuya lentitud es una garantía para decir la palabra justa y profundizar, un antídoto para este tiempo veloz en el que la objetividad ha muerto".
La izquierda anda incómoda en el mundo real, parece: "Está cambiando de era, pasando a la fase posideológica, intentando entender la realidad. Lleva 30 años en la jaula ideológica, opinando de cualquier cosa, sea lo que sea, con prejuicios y orejeras".
Así ha fraguado "el berlusconismo, anestésico de las cabezas, triunfo de la trila permanente, éxtasis de la lotería, la picaresca y la política cabaret, ética de las piernas bonitas y el millonario golfo, arquetipo social modelo Alberto Sordi, descarado y pelotillero a la vez, adobado con alguna visita a Putin y a Gaddafi".
Dicho esto (en perfecto español), se entiende que Concita de Gregorio dijera "sí" a la oferta de Renato Soru, inventor de Tiscali y gobernador de Cerdeña, nuevo patrón de L'Unità, "emprendedor muy moral, fuera de moda y poco hablador, ¡un antiitaliano!". Y que no aceptó el cargo "para hacer carrera ni por el dinero ni para gritar (sería insensato competir en todo eso con la derecha)", sino "para bajar la voz, hablar de las cosas reales, e intentar explicar dónde está la sustancia y dónde el truco".
Una vez que ha renunciado a "la imbatible comodidad de La Repubblica", sabe que la tarea requiere "recomenzar de cero, desde el alfabeto, los colores y los números", y luchar mucho para subir las ventas (40.000 ejemplares). Pero los ojos verdes y la cabeza alegre de Concita de Gregorio están muy vivos, y a los 43 años piensa que es posible otra vía, otro país. "Los periódicos", concluye, "son objetos insustituibles, cuya lentitud es una garantía para decir la palabra justa y profundizar, un antídoto para este tiempo veloz en el que la objetividad ha muerto".
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